Pero definitivamente en el
origen del mimo, su naturaleza era corporal. El principio de este arte se
encuentra en las orgías dionisiacas, esencia que posteriormente fue
distorsionada por la moral. Se permitió hablar, pero se sancionó, hacer del
cuerpo signo de expresión. Las ménades y los sátiros debieron ocultar sus actos
y propósitos. La abstracción, la intelectualidad, la palabra, reclamó para sí
el establecimiento de lo correcto en materia de realización escénica. Tal vez
ahí esté la razón por la que se empezó a considerar que la acción es cosa de
personas de escasa inteligencia, por ello durante mucho tiempo se dijo eso de
los deportes, ergo de los deportistas. Incluso hoy, a quienes se dedican a una
actividad corporal, son vistos despectivamente.
Los mimos renuncian al uso
del lenguaje hablado en sus actuaciones, rechazando con frecuencia el uso de
cualquier tipo de sonido u objeto. Tiene elementos comunes con la danza y las
artes circenses.
Es una forma frecuente de arte callejero,
generalmente de forma individual. Los mimos suelen simular con sus gestos
sonidos, cosas o personas que no existen realmente. Esto puede dar lugar a
coreografías muy elaboradas.
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